miércoles, 19 de enero de 2011

Con la verdad por delante

"Hay que ser sinceros", les decimos a los niños desde pequeños, "hay que decir siempre la verdad", les inculcamos desde el colegio. Sobretodo... la verdad.
Y cuando ya de mayores la experiencia de la vida nos va forjando, nos damos cuenta que decir la verdad, nos acarrea más de un problema y pensamos..."¿realmente vale la pena?, debería de haberla escondido". A la verdad, por supuesto.
No me gustan esas fiestas sorpresas de cumpleaños que se han puesto tan de moda ultimamente, no me gustan porque para organizarlas se miente, se esconde al homenajeado todos esos planes de la preparación que, puede que sean maravillosos, pero que se ocultan, al mismo interesado.
La verdad, es preparar esa fiesta haciendo partícipes a todos, la verdad, es que así no te lo pierdes y te aseguras que al protagonista de la fiesta, todo sea dicho, no le pillen en la foto con el atuendo recién venido del curro y sin arreglar.
Seguramente, mi opinión no la comparta mucha de la gente que lea esto pero, creo que la culpa de que yo opine así se la debo a mis padres, que me enseñaron que me tenía que tomar la vida seriamente y con disciplina. Así pues, me da igual las discrepancias. De todas formas llegada a este punto, vas acostumbrándote, con el paso del tiempo, a que cada vez queda menos gente en este mundo (gracias a Dios en el otro sí), para la que seas sinceramente imprescindible, y esa es sin duda, una verdad como un templo.

2 comentarios:

  1. ja,ja,ja,... lo de las fiestas sorpresas puede no ir bien si como dices te pillan después de un día duro de trabajo y con ganas de irte a descansar.

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  2. No lo comparto pero lo respeto. Creo que una mentira no se puede comparar con una "mentira piadosa" que se hace con el fin de dar una alegría a alguien, aunque no se consiga ese propósito. Una fiesta sorpresa es una alegría para quien la recibe y refleja en mi opinión el cariño que los demás tienen hacia esa persona.

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