miércoles, 17 de agosto de 2011

Alegría a raudales

Alegría, eso es lo que más estoy escuchando durante estos días a muchos de los comentaristas de nuestras emisoras y televisiones, acerca del semblante y la actitud de los peregrinos y participantes de la Jornada Mundial de la Juventud.

El pensamiento positivo y la esperanza, es lo primero que un psicólogo intenta inculcar a cualquier persona que lo necesita. Y es que la alegría engancha y es el medio, para salir de mucha ansiedad y tristeza. Sin duda, este mundo, necesita de mucha alegría. Nos hace falta a todos. Pero de una alegría de verdad, de la buena, de saberse en brazos de Dios y esto, es lo que vemos retransmitido en las caras de los jóvenes y no tan jóvenes estos días. Hecho este que, suele ser una bofetada para otros, porque en el fondo, a los "antipapa", estoy segura de que les encantaría sentir, solo aunque fuera un mínimo, un poco de esa emoción.

En mi opinión, antes que haber nuevas vocaciones para la Iglesia, tienen que haber "conversiones". Sin lo uno, no puede existir lo otro. Porque sin tener, el gran encuentro con Jesucristo, sin tener ese buen tropiezo, de mirar cara a cara al Señor, es imposible que hayan más curas, más monjas o más laicos comprometidos con la ayuda al prójimo. Muchas, han sido las personas que una vez encontrada esa Alegría con mayúsculas ya no han sido las mismas personas. No pararemos, los católicos de buenas costumbres, porque nacimos, en familias que nos educaron en el catolicismo, de sorprendernos, ante estas caídas del caballo a lo San Pablo. Ojalá que esta JMJ sirva para que muchos puedan descubrir esa Alegría.










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